Ya sea limpiar la mesa o recoger los zapatos de los adolescentes, los proyectos pequeños dan satisfacción; aquí te decimos cómo comenzar.
Ese tipo de mini reorganización puede bastar para darnos a muchos lo que buscamos cuando pensamos en organizar: una carga mental más ligera, un antes y un después para saborear.
Para algunas personas, la “limpieza furiosa” de todas las habitaciones durante un fin de semana funciona. Ciertas personalidades están programadas para ese tipo de tareas, del mismo modo que a algunos hombres y mujeres les gusta el desafío de pasar un mes entero sin beber alcohol para poner en marcha hábitos de consumo más saludables.
1. Enfócate
Si miras alrededor de tu casa y tienes varios espacios con un desorden similar, puede que el problema sea uno o unos objetos en lugar de un espacio. En ese caso, identificar la cosa que está causando problemas puede conducirte a una solución específica en lugar de una sensación de agobio.
2. Expresa tu objetivo
Establece también un objetivo en términos de tiempo. Para los organizadores reacios, decir “el martes voy a dedicar una hora a revisar la ropa de la temporada pasada” tiene más probabilidades de dar resultado que “tengo que ocuparme del armario la semana que viene”.
3. A veces puedes resignarte
No te dejes influir para depurar objetos sentimentales (o incluso inútiles) si no te molestan. Por supuesto, la ecuación cambia si los libros de texto universitarios de los que no puedes desprenderte invaden el espacio de algún miembro de la familia. En una casa compartida, hay que llegar a algún tipo de acuerdo.
4. Retírate a tiempo
Aunque tu objetivo a largo plazo sea acabar ordenando todas las habitaciones de la casa, estos pequeños proyectos son bloques de construcción cruciales. A lo que tienes que apuntar es a esas pequeñas victorias. Así es como se crea un hábito.
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